Media Maratón de St Patrick's

16 de marzo de 2014

Gaspar acabando la carrera.

Tras una noche movidita con Emma y con muy pocas horas dormidas, empecé a prepararme para la carrera. Los geles de "Roctane" los había comprado el viernes pasado. Los acompañaría con un botellín de agua pequeñajo que se engancha en un lado del cinturón, el iPhone para la música y los cascos. El dorsal con el número 1396 también estaba listo. Además correría con las zapatillas Asics Nimbus 14 ya que había venido arrastrando molestias en la rodilla desde que empecé a trastear con las minimalistas Brooks Pure Drift 2.

Así que ya estaba todo preparado para conducir hasta Vasona Park en Los Gatos. Como ya era tarde, la carrera empezaba a las 8 y ya eran las 7:20, me imaginaba que habría atasco para entrar al parque de modo que decidí aparcar en las calles que hay a la altura de la presa. Desde allí son 5 minutillos trotando por el propio Los Gatos Creek Trail.

Al llegar a la salida me encontré con las primeras caras conocidas. Como Alberto (Bilbaoman) no corría esta vez, le dejé mi mochila con la ropa de cambio. Aproveché para una meadita pre-carrera y luego un trote suave de 5 minutos con Xavi. A falta de 10 minutos para las 8am decidí tomarme uno de los geles que se supone que hay que tomar 15 minutos antes de la carrera y luego cada 45 minutos durante la misma.

Llegó el momento de la salida. Primero llamaron a los que corren a menos 6 millas/Km, fue gracioso porque sólo una persona acudió. Xavi -quien correría conmigo esta media maratón- hizo notar que ya estaba claro quién iba a ganar. A continuación nos llamaron al resto y tomamos posiciones. Inmediatamente después dieron la salida, a las 8 en punto.

Mi planteamiento inicial para la primera parte (con tendencia hacia abajo) era buscar un ritmo cómodo a 4:00min/Km así que me puse manos a la obra. La música que había pre-escogido ya sonaba en mis auriculares y me ayudaría todo el camino.

La primera anécdota ocurrío nada más empezar, resulta que la organización se olvidó de abrir la puerta de salida del parque, de modo que los que iban en cabeza giraron a la derecha por el parking a los 100m de salir. Al llegar al final del parking se dieron cuenta del error y dieron la vuelta, el resto al verles darse la vuelta hizo lo mismo y en ese momento abrieron la puerta de modo que el grueso de corredores empezó a pasar por ahí. Así que tocó apretar y superar a corredores más lentos por un ratito.

No tardó mucho en volver a formarse el grupo de cabeza original, al cabo de un kilómetro ya estaba de nuevo configurada la carrera. Pude contar a 5 corredores delante de mí, con los 4 primeros alejándose cada vez más, a un ritmo imposible para mí hoy por hoy. Sin embargo, el número 4 -vestido de negro- parecía llevar un ritmo asequible para mí, rondando esos 4min/Km que anhelaba. Así que decidí ponerme a su rueda y seguir disfrutando de la música.

Al kilómetro decidí adelantar al de negro para relevarle en cabeza e ir tirando uno del otro. Me encanta trabajar en equipo, sin embargo muchas veces este gesto no es entendido correctamente. El caso es que seguimos así otro kilómetro más o menos y me dí cuenta de que un tercer corredor vestido de rojo se había unido a nuestro grupo. Ahora éramos tres para ir tirando. Dejé que el de rojo me pasara y me puse a seguirle. Su ritmo era alto y me ayudó bastante a tirar en esta sección. Así completamos la sección por la ciudad y volvimos a entrar en el Trail. Entramos a la altura del puente bajo San Tomas Expy/Camden Ave y noté que en fuerte bajada yo era un poco más rápido que el de rojo. La siguiente bajada lo mismo. Así llegamos al parque de Campbell. Allí el de rojo agarró un vaso de agua y yo decidí tomar un trago de mi botellín sin detenerme así que le superé. A partir de aquí hay una serie de bajadas en las que me separé bastante de mis perseguidores.

Fue aquí, al completar el km 7, que me empezó un dolor familiar en el costado. Esta vez no era flato puro, si no un dolor interno que me provocaba ganas de vomitar. Creo que el gel no me había sentado muy bien. De todos modos ya conocía el procedimiento a seguir, bajar el ritmo hasta que desapareciese. Asumí mi debilidad y bajé el ritmo, creo que hasta los 4:30 o así. Sabía que en nada tendría al de rojo y al de negro encima, y así fue. Me pasaron ambos. A duras penas intenté volver a apretar pero el dolor no cejaba. Les dejé alejarse unas decenas de metros y poco a poco el dolor más agudo dejó paso a una sensación de molestia y náusea. Volvía a estar en carrera y una vez dada la vuelta antes de llegar a Meridian Avenue empecé a recortar metros. Antes de volver a Campbell Park ya había recuperado mi posición, primero superando al de rojo que parecía que se estaba descolgando (pensé que le estaría pasando algo parecido a lo mío), y luego superando al de negro al que se le veía más constante y con una zancada larga y cómoda.

La música en los auriculares seguía animándome aunque el cansancio empezaba a notarse mucho. Por suerte a partir del kilómetro 13 el dolor del costado estaba olvidado y pude concentrarme en mantener mi ritmo en los 4:15, que sería mi objetivo en esta segunda mitad de la carrera, en la cual se va ascendiendo gradualmente para recuperar la altura perdida. El calor de la mañana ya había atraído a los cientos de corredores que se dan cita en el Los Gatos Creek Trail, y además se coincide con los corredores de la carrera de 10K. En ese momento me concentré aún más en la música, en adelantar corredores y peatones, atento a las bicicletas que me pasaban a mí también.

Cada vez me notaba más cansado y las dudas empezaron a llegar. Una rápida mirada furtiva hacia atrás me dio ánimos al no ver pegado a mí a mi perseguidor de negro. Eso es que mi ritmo seguía siendo bueno y sobre todo constante. Sólo tenía que mantenerlo y la quinta plaza sería mía. Mi cabeza ya había hecho la negociación y estaba feliz con el resulado. A seguir tirando.

Llegando al kilómetro veinte alcancé un corredor que me pareció del grupo de los primeros escapados de la carrera. Como se lleva el dorsal por delante y habiendo tanta gente en el trail, es difícil saber quién es de la carrera y quién no. Pero si era realmente de ese grupo de 4 corredores que tomaron la delantera, eso era que tenía problemas. Inmediatamente mi cabeza se puso en modo negativo, tratando de autoevaluar cada molestia y renegociar una bajada de ritmo. Por suerte la parte más cañera del playlist sonaba en estos momentos así que el corazón dijo de apretar aún más. Y eso hice.

Sólo una mente retorcida puede diseñar un circuito en el que una vez que ves la meta a escasos metros te desvía en dirección contraria por un camino que luego te hacen deshacer (el equivalente a 400m). Las piernas flaqueaban y apenas podía mantener el ritmo, así que esto fue una bomba psicológica que tuve que superar concentrándome en la música y viendo que no tenía a nadie esprintando detrás. Un final de esprint es lo que menos me apetecía, dudaba que fuese capaz.

En la meta esperaba Alberto haciendo sonar un cencerro enorme y oí gritos en español de ánimo. Llegar a meta es siempre un momento mágico que queda grabado para siempre en nuestras memorias.

Al final sí resultó que el corredor que adelanté en el km 20 era de los primeros, así que acabé en una magnífica cuarta posición con un tiempo de 1h27m51 (ritmo medio de 4:09min/Km). Nuevo récord personal y nuevo objetivo a batir.

Datos de la carrera

Tenéis la ruta, tiempos y parciales exactos en Strava: www.strava.com/activities/121251770